Es la primera vez que este tipo de fenómeno se registra en nuestra galaxia. Su origen es la constelación de Vulpecula
Los astrónomos han logrado resolver un misterio cósmico: ¿Qué causa ráfagas de radio poderosas pero fugaces que se disparan y zigzaguean por el universo?
Este tipo de pulsos energéticos son conocidos por los científicos desde hace unos 13 años y llamados ‘ráfagas de radio rápidas’, porque suceden en pocos milisegundos haciendo muy difícil su detección.
Además, todas los que se habían detectado venían desde lugares más allá de nuestra galaxia, dificultando aún mas que lograran ser rastreadas hasta su fuente.
Todo eso cambió en abril de este año, cuando los científicos detectaron una rara explosión cósmica proveniente de nuestra propia galaxia, la Vía Láctea. El evento, aunque considerablemente más débil que otras explosiones similares, logró ser captado por dos telescopios diferentes: el CHINE, un telescopio de radio de 20 millones de dólares ubicado en observatorio en Canadá; y un telescopio casero hechos con un conjuntos de antenas construidas por un estudiante de doctorado en California.
Ambos rastrearon el rápido estallido de radio hasta un extraño tipo de estrella llamada ‘magnetar’, que se encuentra a 32.000 años luz de la Tierra, de acuerdo a lo publicado este miércoles por cuatro estudios la revista Nature.
El hecho no es menor, ya que esta es la primera ráfaga de radio rápida rastreada a hasta su fuente de origen, además de ser la primera que es emitida desde nuestra galaxia. Esto señala a los astrónomos un camino para determinar las posibles fuentes de estas explosiones, o por lo menos están seguros de una, los magnetares.
Estas extrañas estrellas están echas de neutrones increíblemente densos, con 15 veces la masa de nuestro sol comprimida en un espacio similar al de la isla de Manhattan.
De acuerdo con Mcgill Ziggy Plenuis, astrofísico coautor del estudio canadiense, este tipo de estrellas tienen campos magnéticos muy fuertes, que vibran y crepitan con energía y a veces brotan de ellos destellos de rayos X y ondas de radio. Incluso pueden romper los átomos cercanos y ver gracias a eso aspectos extraños de la física fundamental.
Los científicos afirman que puede haber una docena de estos magnetares en nuestra galaxia, aparentemente porque son muy jóvenes y forman parte del proceso de nacimiento de las estrellas. Otras galaxias tienen más estrellas naciendo que la nuestra por lo que habría más magnetares y eso explicaría por qué nunca se había detectado ráfagas de radio rápidas que vinieran de la Vía Láctea sino desde afuera de ella.
Aunque fascinantes, estas ráfagas de radio no son peligrosas para los seres humanos, ni siquiera esas que vienen de afuera de la galaxia y son mucho más poderosas que las recientemente detectadas.
“A menos que haya tenido mucha, mucha suerte, no verá uno de estos”, dice el astrónomo Chatterje de Cornell, explicando que aunque son fenómenos que ocurren con frecuencia -más de mil veces al día feura de la galaxia- son extremadamente raros de observar porque “tendrías que estar mirando el lugar correcto en el milisegundo correcto”.
Además, señalan que estas detecciones de ráfagas de radio que vienen desde fuera de la galaxia viajan millones o miles de millones de años luz hasta llegar a la Tierra y son “decenas de miles a millones de veces más poderosas que cualquier cosa que hayamos detectado en nuestra galaxia”.
Todavía han un misterio sobre la frecuencia que estos eventos pueden ocurrir en la Vía Láctea, por lo que quienes hicieron parte de los equipos que rastrearon estas últimas ráfagas se consideran muy afortunados.
“Todavía no sabemos la suerte que tuvimos (…) Esto podría ocurrir una vez cada cinco años o podría haber algunos eventos cada año”, dijo Christopher Bochenek el radio astrónomo que detectó la explosión con antenas hechas a mano.
Las antenas que construyó este estudiante de doctorado cuestan alrededor de USD 15.000, cada una es del tamaño de un cubo grande. Su estructura es una pieza de tubo de metal de 6 pulgadas con dos moldes para pasteles alrededor.
De acuerdo a Bochenet cuando construyó su aparato pensaba en una probabilidad de 1 en 10 de detectar una ráfaga de radio rápida en algunos años, pero solo le tomó uno para lograrlo.
“En menos de un segundo contenía aproximadamente la misma cantidad de energía que produce nuestro sol en un mes, y aún eso es mucho más débil que las ráfagas de radio detectadas provenientes de fuera de nuestra galaxia”, dijo Bochenet.
En el observatorio canadiense sin embargo, lograron identificar con precisión el magnetar desde donde provino, el SGR 1935 + 2154 ubicado en la constelación de Vulpecula.
Nadie creía realmente que tendríamos tanta suerte», dijo Chatterjee. “Encontrar uno en nuestra propia galaxia, simplemente pone la cereza en la parte superior”.